Antiguos alumnos que ahora son familias del cole. Parte 1
Una parte fundamental de nuestro proyecto son las familias. Desde los inicios, y como habéis podido ir leyendo, el Centro no sería lo que es si no hubiese tenido el apoyo y la confianza de las familias que han creído en nosotros.
La implicación de las familias en nuestro día a día, con actividades de muy diversa índole, es una de nuestras señas de identidad. Tratamos de crear una red de contactos donde poder estar conectados e implicados en la educación de vuestros hijos e hijas. Normalmente, detrás de una familia implicada y colaboradora con el Centro, suele haber un alumno o alumna que valora lo que hace y disfruta del cole.
Comenzamos este apartado con el bonito testimonio de Carmen Navarro, antigua alumna del cole y, actualmente, madre de un alumno de Secundaria.
Cuando vio nuestra publicación anunciando el 50º Aniversario, contactó con nosotros y nos hizo llegar las siguientes palabras:
«Me ha traído muchos recuerdos muy felices de mi infancia .
Yo nací en el año 1976, con lo que soy de la generación de los 80, y viví el traslado al nuevo cole.
Yo vivía en la Calle 9, en una de esas casas que construyeron de noche mis abuelos con la ayuda de vecinos del barrio, muy al estilo andaluz, con su patio de paredes blancas impolutas de la cal, y llenas de geranios colgados. Estas nuevas casas les permitieron mudarse de las casas-cuevas que estaban en la zona del actual supermercado Alcampo.
Al vivir la época de los 80 en el barrio, era una ambiente de libertad como en los pueblos, de niños jugando en la calle, y madres y padres sentados en una silla en la puerta de la casa hablando con los vecinos. Cierto es que también se vio cómo las drogas dejaron atrás a mucha gente joven de esa generación. Eso lo vivíamos a diario los niños, yendo de camino al colegio, con la gente inyectándose por todos lados, y el miedo de las madres y padres a que tocáramos las jeringuillas olvidadas en cualquier rincón.
Cuando he visto en una foto que habéis colgado la puerta verde del colegio viejo, he recordado la tienda junto al cole donde, muy de vez en cuando, podíamos comprar alguna chuche a la salida. El cambio al nuevo colegio lo viví como un día de Reyes para cualquier niño. Todo era nuevo en esa época. Las casas que nos adjudicaron, por las que nuestros padres lucharon tanto y, encima, ¡colegio nuevo!. Tan amarillo, tan limpio, tan grande, tan bonito con sus lucernarios y grandes ventanales.
Cuando comencé el colegio con 5 años, mi primer profe fue Javier “ El Canario”, profesor al que me es imposible olvidar, con sus ojitos negros vivos y sobre todo por el cariño que nos dio a los niños y niñas. Recuerdo como algo muy especial y normal al mismo tiempo en esa época, que cuando me operaron de apendicitis, Javier vino a mi casa a ver cómo me encontraba.
Para mí ha sido una persona muy especial y todavía recuerdo claramente su acento al llamarme “Carmensita”.
Los carnavales con «El Canario» eran lo mejor de lo mejor. Nunca me perdía el entierro de la sardina, solo por verle caminar con todos los niños por las calles del barrio. Recuerdo que era miércoles , e iba disfrazado de mujer de luto que lloraba desconsoladamente con su larga barba y con unas especies de trompetas pequeñas de colores que nos daba a todos para que las hiciéramos sonar.
Después de “El Canario” estuve con Rafi, ya en el cole nuevo, mujer cordobesa que también me marcó y que será imposible de olvidar. Creo que los niños pensábamos de ella que era muy dura y exigente, creo que más por los gritos que pegaba por el megáfono con micrófono que usaba a diario en sus clases. Pero se la quería, ya que era una mujer que estaba muy pendiente de los niños/as y las familias del barrio. Recuerdo que a mi hermana Yolanda, si la veía por la calle jugando el día antes de un examen la regañaba y le decía que se fuera a casa a estudiar. También creo que muchos alumnos del centro conocemos la casa de Rafi, ya que nos íbamos con ella a veces. Estas cosas para un niño/a pequeño son muy especiales, y al final te hacían sentir en familia con los profesores del centro.
La forma de enseñar a leer y a escribir, con el método del lenguaje de signos, era algo muy raro en esa época. Me hizo mucha gracia cuando vi que a mi hijo Mauro, pasados tantos y tantos años, le seguían enseñando con el mismo método. También recuerdo la disposición de las mesas en grupos de trabajo y como todos los alumnos se ayudaban unos a otros.
La limpieza de las clases las realizábamos los alumnos a diario, tanto en el cole de la calle 4 como en el nuevo, y se limpiaban las mesas y se pasaba una mopa enorme por el suelo más grande que nosotros mismos. En verano eran los padres y madres los que pintaban el colegio para el nuevo curso. El material era compartido. Recuerdo los lápices que eran verdes con el nombre del colegio en dorado, y no te daban uno nuevo hasta que no pudieras cogerlos con los dedos ni poder escribir.
Desafortunadamente, mis padres me tuvieron que cambiar de colegio en 6º de EGB, ya que nos mudamos de casa y no quedaba cerca para que fuera sola andando hasta allí.
La experiencia en el nuevo colegio no fue mala, hice amigos que me duran hasta el día de hoy, pero sinceramente los años en el CCP fueron los mejores y recuerdo ir muy contenta e ilusionada todos los días al colegio. Por eso, cuando fui madre y me tocó elegir centro escolar para mi hijo, no lo dudé y quise que mi hijo fuera al mismo cole donde yo había sido tan feliz. Sabía que habían pasado machismos años desde que yo me marché, pero tenia la confianza de que en este cole nadie se iba a burlar de mi hijo por su color de piel ni le iban a juzgar por nuestro modelo de familia monoparental. También que los valores en igualdad y respeto los llevaría consigo toda su vida.
Seguro que hay muchas cosas que se me olvidan, pero la esencia de esos años felices os la he dejado.»
Carmen, al equipo le han encantado tus palabras y el cariño que muestras de tu paso por el Cole. Gracias por compartirlo con todos.